Entre Vestidos Blancos quiere terminar la semana con tres propósitos, uno adelantarme y decir a los Antonios y Antonias Felicidades! Luego que los que estáis en Madrid no os podéis perder ir a San Antonio de la Florida y hacer todos las costumbres que os va a proponer Ana a continuación. Por último, tenéis que ir vestidas de Chulapas de Blanco!

De los madrileños se dice que tienen mucha chulería y en eso hay parte de razón, películas como «La verbena de la Paloma» o «Pecado de amor«, protagonizadas por Concha Velasco y Sara Montiel respectivamente, son un ejemplo de la sociedad madrileña de aquel entonces. Los llamados Chulapos y Chulapas se caracterizaban por su particular forma de hablar y de comportarse. Pertenecientes al barrio de Maravillas, había cierta rivalidad con los «Manolos» y «Manolas» del barrio de Lavapiés distinguiéndose los unos de los otros por la forma de vestir. Las Chulaponas vestían con blusa blanca con mangas de farol, falda de lunares o vestido ceñido de lunares hasta los pies, un pañuelo con dos claveles sobre la cabeza y el mantón de manila. Ellos lucían pantalones oscuros, camisa blanca, chaleco o chaquetilla corta de cuadros pequeños negros con un clavel en la solapa, gorra de la misma tela que el chaleco, más conocida como Parpusa, y pañuelo blanco al cuello.






Soy de Madrid y pasé mi infancia entre los barrios más castizos de la ciudad y recuerdo las ocasiones en las que he ido a las fiestas de San Isidro, la Paloma o San Antonio donde encontraba los barquillos de vainilla, el sonido inconfundible del organillo y hombres, mujeres y niños vestidos con el traje típico. Y yo también me vestí. En mi caso, vestido blanco de lunares con pañuelo a la cabeza y un hermoso mantón de Manila hecho con mucho amor por la hermana de mi abuela Mónica, mi tía abuela Luisa, de ahí que le tenga especial cariño a esta prenda.




El mantón de Manila, tiene su origen en China y llegó a Filipinas a través de las rutas comerciales, donde tuvo un gran éxito entre los españoles que lo trajeron a la Península y pasó a llamarse Mantón de Manila por la capital de Filipinas. Tradicionalmente, el Mantón de Manila se realizaba en seda con hilos también de seda de colores vivos con predominio del negro y el marfil. Antes del bordado, realizaban un dibujo como patrón en el que destacan los motivos orientales que fueron poco a poco sustituidos por bordados más típicos de la cultura española (flores, pájaros, macetas…) donde predomina el uso de la Rosa. Fue en España donde se añadieron los flecos a través del uso de la técnica del macramé proporcionando la imagen que en la actualizad tiene el mantón de Manila. Esta prenda tuvo su gran apogeo en el siglo XIX y aunque en un principio era un artículo de lujo, no tardo en considerarse un complemento imprescindible para en todas las clases sociales. El mío en concreto, está bordado con diferentes tipos de flores de pequeño tamaño y al ser para una niña su tamaño es más pequeño que el mantón original. Además, la tía Luisa hizo otro precioso mantón de Manila para mi madre. Éste es negro, de mayor tamaño y más profusamente decorado, en el que de entre todas las flores destaca la rosa roja central.



El próximo sábado, 13 de junio, tendré ocasión de lucir estas hermosas prendas ya que se celebran las fiestas de San Antonio de Padua en la Ermita de San Antonio de la Florida de Madrid. Declarada Monumento Nacional en 1905, es conocida como «La Capilla Sixtina de Madrid» debido a los frescos de su cúpula creados por Francisco de Goya. Goya representó uno de los milagros del santo: culpaban al padre de San Antonio de asesinato y para convencer a los jueces de su inocencia, San Antonio solicitó la exhumación del cuerpo de la victima para preguntarle por lo sucedido. El santo le revivió y éste aseguró la inocencia del acusado. Para evitar el deterioro de los frescos, se construyó una réplica de la ermita justo al lado, dejando la original como Museo y la copia para los oficios religiosos. Además del valor artístico, hay que destacar que allí se encuentran los restos del pintor aragonés y en el parque frente a la iglesia hay una escultura en su honor.



En Madrid, hay gran devoción por San Antonio ya que es el patrón de los pobres y a él se le pide que encuentre cosas, incluido encontrar novio. Sí, así es, en la actualidad muchas chicas solteras van a la Ermita a pedir un novio al santo, tradición que se remonta al siglo XVIII.

En aquel entonces, las modistillas iban a ver al santo y en una fuente cercana a la parroquia, tenían que depositar 13 alfileres y meter la mano dentro de la fuente. Los alfileres que se quedasen clavados en la mano serían los pretendientes que tendría la afortunada durante ese año. Actualmente la fuente está llena de alfileres y primero hay que depositar los 13 que se llevan para posteriormente introducir la mano. Antiguamente las jóvenes iban a primera hora de la mañana, realizaban el rito y tomaban unos churros justo antes de ir a trabajar. Un detalle: los alfileres hay que guardarlos. Según se cree, San Antonio obró un milagro a una pareja de novios: en una iglesia, un joven no quería casarse con su novia y la imagen del santo cobró vida para convencerle y finalmente se celebraron los esponsales.

Otra tradición popular en las fiestas de San Antonio es el reparto del llamado «Pan de los pobres» o «Pan de San Antonio» ya que en vida el Santo repartía pan a los que no tenían qué comer. Hay que colocarse en una fila que lentamente va avanzando hacia una ventana en la que por un donativo entregan dos panes por persona, uno se tiene que comer y el otro debe guardarse durante un año para que no falte el pan en casa. Parece ser que otro milagro se liga a esta tradición: un niño se ahogó en un recipiente llenó de agua y su madre suplicó al santo haciendo el voto de dar a los pobres el peso de su hijo en trigo si el pequeño resucitaba. El niño recobró la vida y se creó la devoción de «El peso del niño» con fines benéficos.


Este año, como manda la tradición, iré vestida de chulapa a la Ermita de San Antonio y le pediré un buen novio, a ver si durante el año se cumple mi deseo.


Carmen dice
Me encantan que las tradiciones las mantengamos, todo es cultura aunque algunos no lo crean, es parte de nuestra identidad. En cuanto a las pinturas de Goya en la ermita yo las he visto, y es una pena no vivir en Madrid para verlas más a menudo.