




“Yo piel blanca, ¿y tú?” Si estuviéramos en el Lejano Oeste, yo tendría que presentarme así antes los indios de piel roja. En el post de hoy voy hacer una excepción y no es que me olvide de los vestidos blancos, al contrario, el tema de hoy es la combinación de estos con la piel blanca. Quizás sea uno de los posts más personales de esta página web, pero creo que la ocasión lo requiere. Aunque el verano nos ha dado un pequeño respiro estas semanas, ha comenzado la temporada de las de pieles morenas contra las de pieles blancas.
Como os contaba, mi piel blanca se debe a que hace 5 años un pequeño lunar decidió mutar y convertirse en un melanoma. Ese fue el momento en el que dije adiós a las tardes de tranquilidad en la piscina o salir con las amigas a las terrazas cuando salían los primeros rayos de sol después del invierno. La realidad es que además de una cicatriz en el brazo como herida de guerra, también me convertí en “Mina, la novia del Conde Drácula”, ya que los primeros años, mientras todo el mundo estaba en la playa o en las terrazas, yo me quedaba en casa hasta que llegara la noche y los vestidos blancos en el armario.
Para que os hagáis una idea, de pequeña era la morena de mi casa y de repente me convertí en hermana de los Stark, blanca como una habitante de Invernalia. Alargaba el quitarme las medias tupidas hasta casi finales de junio, es decir, cumplía el refrán de “hasta el 40 de mayo no te quites el sayo”. Luego venía la fase de la ropa de verano combinada con mi tono de piel blanco como la nieve —que me perdonen las amantes del gótico, pero no me favorecía ni el color negro, y mucho menos el vestido blanco. Atrás quedaban las prendas blancas que tanto favorecen cuando tienes ese color moreno de piel.
Después de 5 años, la situación es completamente diferente. Lo primero es que tengo una doctora maravillosa, Isabel Aldanondo, en la Clínica San José Quirón, que cuando hicimos la segunda intervención de limpieza de márgenes y me entregaron los resultados, me dio la enhorabuena y me dijo: “Has vuelto a nacer”. Al principio no lo entendí muy bien, pero luego leyendo todo lo que pude sobre lo que me había ocurrido, comprendí que efectivamente había sido así. Para los que no lo sepáis, el melanoma es uno de los cánceres más agresivos y está considerada como una epidemia a escala mundial. No solo está relacionado con el sol, sino también con la predisposición genética. Efectivamente, tuve mucha suerte y con el tiempo he ido aprendiendo como tener mi piel blanca lo más cuidada posible y con unos pocos “trucos” para que quede bien con mis vestidos blancos. Algunos de estos cambios en mi rutina han sido:
- No salir de casa sin protección solar. Del momento crema, más espesa que el yeso, aprendí varias cosas. Yo llevó protección SPF 50 ó 100, pero no quiere decir que proteja más que la de 20, significa que sus efectos duran más tiempo, pero es la misma protección. He probado unas cuántas, todas de farmacia porque me ofrecen la garantía que han pasado por los controles necesarios. Mi favorita sigue siendo la de la Roche Posay, aunque la ISDIN de color me viene fenomenal para no echarme luego el maquillaje.
- Mis horas de piscina o terraza son a primera hora de la mañana y al final de la tarde. Por lo tanto, la caña del mediodía la he sustituido por un café con tostadas. El resto de horas son en el chiringuito o debajo de la sombrilla, que también estoy fenomenal.
- Adicción total a los polvos de sol de Bobby Brown y los autobronceadores como el de Lancôme, han hecho que en momentos que echaba de menos verme con “colorcillo” lo tuviera. En esto las que os pueden aconsejar mejor son las chicas de bttfriends en Instagram, o Ana Albiol, que es una experta en esto del maquillaje e imagen.
- Por último, la prevención. Cada año me hago un mapa de lunares, que consiste en hacerte fotos de los que tienes y comprobar si han cambiado de forma y color. ¡Ah! Y la app de Fotoskin también está fenomenal para controlarlos tu misma.
Después de todo esto, no quiero decir que tenga una cruzada personal contra las pieles morenas, al contrario, pero con “cabeza”. Con el tiempo te sube la moral ver a actrices de Hollywood como Nicole Kidman o Julianne Moore, con sus pieles blancas y vestidos blancos, pisando la alfombra roja tan estupendas. Además, el destino lo relaciona todo, porque mi último verano en la playa fue cuando leí el libro que me ayudó con el título de esta página web: ‘El tiempo entre costuras’ de María Dueñas.
Carmen García de Zúñiga Pedrosa
Isabel dice
Gracias por escribir este post sobre tu experiencia y ojalá muchas mujeres se den cuentan de lo importante que es cuidar y proteger su piel del peligro que supone tomar el sol sin protección, creyendo que cuanto más moreno hayan cogido estarán más favorecidas y lucirán mejor en el verano, sin pensar en las consecuencias que este riesgo conlleva.
Yo también me apunté hace muchos años a la protección solar máxima y creo que da igual que el tono de tu piel esté más o menos moreno, lo importante que es que tu piel esté bien y tú te sientas bien.
Carmen García de Zúñiga dice
Gracias a ti Isabel. La verdad que no nos damos cuenta de lo importante que es la piel. Que sea considerado el melanoma como una epidemia mundial, es para tomarlo en serio. Como decía un médico es el traje que nunca pasa de moda.